De Santo Domingo, despedido por las Doncellas de Cofradía del Santo, el peregrino sale de La Rioja y entra en Castilla y en Burgos por Redecilla del Camino. Los trigales ganan terreno a los viñedos en estas tierras extensas donde campeó Rodrigo Díaz de Vivar y ahora campean peregrinos en este tramo del camino, azoriniano y luminoso, que implica todo un ejercicio alquímico de curtimiento y de fortalecimiento interior. Tras dejar atrás el río Oja, y luego tras Villamayor del Río, se nos presentará Belorado.
Pasada la llamada Cruz de los Valientes aparece Grañón, con el Hospital de Peregrinos San Juan Bautista, que sigue siendo albergue, como en la Edad Media. Este hospital rinde honor a la Iglesia de San Juan Bautista, en la Plaza del Hórreo, del que podemos ver un hermoso retablo de los Santos Juanes.
Seguimos la ribera del río Reláchigo y en Redecilla tropezamos con otro rollo jurisdiccional, que por estas tierras hay tantos como cruceros en Galicia, símbolo medieval de poder y justicia, contra delincuentes. Por la calle Mayor, nos acercamos a la iglesia de la Virgen de la Calle, un templo románico del siglo XII que conserva una preciosa talla de la Virgen, y una pila bautismal mozárabe del siglo XII, adornada con símbolos jerosolimitanos y jacobeos.
De camino a Viloria de Rioja, podemos visitar en Castildelgado la ermita románica de Santa María del Campo, a la que se accede bajo un arco de medio punto con dos arquivoltas que recuerdan el estilo jacetano, con canecillos esculpidos con representaciones de personas y animales. Y saciar la sed en la llamada Fuente Jaque o de Pisa Romeros. En estas tierras, en extremo calurosos en verano, las fuentes y los arroyos se convierten en grietas mágicas por donde mana el agua de la vida.
Por el Camino de los Paúles, en paralelo el Arroyo de Entrambasaguas, entramos en Belorado, asentada junto al río Tirón que riega deliciosas huertas, donde se encuentra la ermita de Nuestra Señora de Belén, en tiempos hospital de peregrinos y sede de la cofradía del Apóstol, y donde hay un hermoso Cristo de San Lázaro.
De esa época se conserva un viejo torreón en lo alto del castillo, desde donde se divisa Montes de Oca. Cerca de las ruinas se halla la iglesia de Santa María, con una capilla dedicada a Santiago. El sello del concejo municipal muestra una estrella -símbolo de Compostela y meta de los peregrinos- con la inscripción “Señor muéstrame tus caminos”.
Tras recorrer las ruinas del castillo de Belorado podemos acercarnos a la ermita de Santa María del Campo, o tal vez a las cuevas donde vivía retirado el ermitaño griego Caprasio, cuya imagen se halla en la iglesia de San Nicolás. Dice el Códice Calixtino que Caprasio penaba aquí por haber pecado con una bella y joven pastora.
Dios lo había condenado a vagar por el mundo hasta que encontrar un lugar bucólico parecido a aquel donde tuvo lugar su pecado, y allí pagar su culpa con el retiro. Caprasio encontró el mejor lugar del mundo en Belorado.
Alba y Jennifer son estudiantes y Doncellas del Santo en la secular tradición calceatense. Durante la procesión del pan del Santo, las doncellas portan sobre sus cestaños unos molletes que al llegar al hospital -actual residencia de ancianos-, entregan a los residentes.
Esta festividad religiosa evoca la caridad hacia los peregrinos. La procesión termina en la Catedral de Santo Domingo de La Calzada y durante todo el recorrido van acompañadas de danzadores, gaiteros y cofrades.